Se trata de una campaña publicitaria de los Juegos Olímpicos. Hay protagonistas en un primer plano, como los niños y niñas que compiten; y protagonistas en un segundo plano, como las madres que apoyan, alientan y cuidan a sus hijos/as para que puedan llegar a lo más alto. Me ha parecido un anuncio emotivo, pero en esta emoción está la trampa. La trampa de una sociedad en la que a las mujeres se nos ha asignado el rol de cuidadoras, en la que nuestros intereses quedan relegados a otros social o supuestamente más importantes... Escribo esto y pienso en mi abuela, en mi madre, en todas mis compañeras de trabajo y amigas que son madres y que, a pesar de la diferencia generacional que hay entre todas ellas, veo que nada ha cambiado. Así que, refleja la realidad, sí.
El sentimentalismo que me provoca la visualización de esta publicidad hace que me debata entre lo atávico que pueda existir en la maternidad (por lo que veía hace 30 años y sigo viendo en mi entorno) y la trampa que he comentado anteriormente. Me gustaría vivir en una sociedad en la que se visibilicen las cualidades de las personas, con independencia de su género. Que se visibilicen, en este caso, las mujeres proveedoras, fuertes, seguras y luchadoras. Y para esta transgresión de los estereotipos de género son importantes los medios de comunicación. Esa es la alternativa que se me ocurre: dar visibilidad a mujeres y hombres deconstruyendo dichos estereotipos. La publicidad es buen medio para ello.
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